—¿Por qué no te mueres? —Helan Yuze se burló mientras mantenía una distancia segura de Helan Mei, su tía biológica.
—Me duele escuchar esto de ti, mi querido sobrino. —Helan Mei sacudió la cabeza mientras miraba ligeramente a todos en la habitación antes de que sus ojos cayeran sobre Shenlian Yingyue y la sirvienta a su lado.
—¿Te importaría presentarme a estas personas, Ze'er? —Helan Mei se acercó a ellos y se detuvo cuando estaba a diez pasos de ellos.
—¡Fuera! —Helan Yuze habló con una voz que era gélida e inflexible.
—¿Así es como le hablas a tu tía? De todos modos, olvidemos lo desagradable. He venido a invitarte a nuestro salón principal. Mi padre quiere verte. —Ella se rió.
—¡Gracias! —dijo Helan Yuze, sus palabras cargadas de ironía.
Helan Mei no tomó a pecho su actitud grosera. Estaba de buen humor y se fue. Tenía un largo futuro por delante y quería hacerlo suyo.