—¡Un montón de tontos inútiles! —La cara de Di Xiangcheng estaba distorsionada.
—Hermana Real Séptima, por favor detente aquí. Estás haciendo que todos se rían de ella —El Segundo Príncipe del Clan Di frunció el ceño. Su rostro parecido al jade estaba lleno de desaprobación. Él no estaba de parte de nadie y tenía el deber de proteger el prestigio del clan real.
—Hermano Real Segundo, ¿no ves que ella me está acosando? —Di Xiangcheng temblaba de ira.
—Si tienes algún resentimiento que resolver, ve a resolverlo afuera —La Tercera Princesa del Clan Ji entrecerró sus ojos de fénix.
—Yo… —Di Xiangcheng se quedó sin palabras.
—Solo una mujer fea y una bestia salvaje; puedes matarlos cuando termine la ceremonia. No nos hagas perder el prestigio de nuestro clan real —El Decimosexto Príncipe del clan Di habló inocentemente. Solo era un niño, así que no sabía que sus palabras eran duras para la gente.
Siempre pensó que su clan real era el más alto y que todos deberían inclinarse ante él.