—Me temo que no puedo hacerlo —dijo Wang Pei Zhi con aire de resignación.
—¿Por qué no? —preguntó Shenlian Yingyue, sintiéndose confusa.
—Deberías hablar con él tú misma —respondió Wang Pei Zhi—, antes de poner algo en su mano y prepararse para alejarse a disfrutar del paisaje en el Reino Inframundo. Pero ella le agarró de los cuellos por detrás, deteniéndolo.
—Detente, ni siquiera pienses en tocar esas flores. Morirás —dijo ella—, haciendo una expresión aterradora que en realidad le pareció bastante linda a él.
—¡Pfft! Eres bastante divertida —Wang Pei Zhi soltó una carcajada, pellizcándole las mejillas.
—No te preocupes, lo sé —dijo él—, consciente por supuesto del toque mortal de los lirios araña.