¿Las vidas humanas son tan insignificantes?

—Tu Abeja Espíritu me informó —dijo Xuan Jing con ligereza.

—¡Capturaste a mi compañero y los amenazaste! —Shenlian Yingyu frunció el ceño.

—Invadiste mi privacidad —su respuesta la silenció.

—Maestra, lo siento, yo... —Una Abeja Espíritu bajó la cabeza, sintiéndose culpable.

—No te disculpes; hiciste lo correcto —ella consoló a su compañero.

—Maestra... —La Abeja Espíritu contuvo las lágrimas. Si hubiera podido, se habría lanzado a sus brazos para un abrazo.

Shenlian Yingyu sonrió suavemente.

Todos sintieron calidez en sus corazones. Nadie responsabilizó a la Abeja Espíritu por revelar su paradero a Xuan Jing; después de todo, ella una vez les dijo: «Si llega el día en que tus enemigos te capturen y amenacen tu vida para extraer mi ubicación, no dudes. Comparte algo que sepas sobre mí. Mientras tu vida sea salvada, mientras estés a salvo, nada más importa. Tu seguridad es mi máxima prioridad».