A medida que sus dedos se movían más y más rápido, el gesto se volvía cada vez más complejo. Su rostro se volvía más y más pálido mientras el sudor rezumaba de su frente. Justo cuando el gesto estaba a punto de completarse, ella se cortó la palma y roció su sangre al aire.
Todos la miraban con preocupación, pero nadie se atrevía a molestarla.
Después de un rato, la luz roja oscura del array de invocación se encendió a su alrededor.
El círculo mágico brillaba en vibrantes tonalidades de rojo oscuro. Se caracterizaba por múltiples anillos concéntricos llenos de símbolos y líneas intrincados. Alrededor del círculo flotaban formas fragmentadas y destellos.
—¡Regresen! —pronunció ella mientras el array se iluminaba deslumbrantemente.
Sorprendentemente, aparecieron cientos de personas en túnicas rojas y blancas. Su estado era crítico ya que sufrían de graves heridas.
—Maestra —la llamaron débilmente.