—Descuiden, el dolor no será insoportable —añadió Wang Pei Zhi, su tono goteando sinceridad, que les volvió las caras de un enfermizo tono verde.
—Extraer tus huesos mientras aún respiras, arrancar tus venas, drenar tu sangre y arrancar tu misma esencia no causará tu muerte —declaró Shenlian Yingyue, su voz desprovista de emoción, enviando escalofríos por sus espinas.
—¡Sois completamente despiadados! —El miedo danzaba a través de sus rostros como una sombra inquietante.
—¿Alguna vez considerasteis que este día llegaría mientras conspirabais contra mi maestro, un día en que enfrentaríais el mismo tormento que buscasteis infligir sobre él? —preguntó ella débilmente, permitiendo que sus enemigos digirieran su creciente horror y vergüenza mientras retrocedían temerosos.
—¡Pero aún no hemos puesto una mano sobre él! —protestaron, aferrándose desesperadamente a su inocencia.