—¿No es obvio? Eres un espíritu antiguo, empapado en la sabiduría de las edades —reflexionaba ella, flotando sin esfuerzo en el aire y mirando hacia el suelo debajo de ella.
El Espíritu del Árbol Antiguo permaneció en silencio, una tempestad de emociones hirviendo bajo su corteza milenaria.
—Gran Uno, debo preguntar—¿por qué esta furia? —Su curiosidad estaba suscitada. Aunque el espíritu no tenía la intención de eliminarla, sus ataques implacables le cobraban un precio alto.