—Susu, ¿quieres que te prepare un baño? —Volvió a hacer la pregunta porque ella se había quedado quieta cuando la preguntó la primera vez. No se detuvo en la pregunta sino que puso sus manos sobre sus hombros.
Ella suspiró profundamente y cerró los ojos cuando el calor de su cuerpo la envolvió. Incluso había comenzado a llamarla Susu como dijo que lo haría en sus mensajes de texto. Se sentía bien estar así, algo parecido a los viejos tiempos.
Él inclinó su cabeza hacia abajo y aspiró el aroma de su cabello. Ahora ella usaba champú de lilas, de las flores que él le había enviado. Le emocionó saber que no las había desperdiciado.
—Solo un baño, nada más —susurró él.
Ella asintió.
Él soltó sus hombros y se alejó de ella. Ahora tenía que ir en persona y preparar ese baño. A ella le gustaba el agua tibia con bombas de baño, un poco de aceite aromático y algunos juguetes para hacerle compañía.