Era aterrador.
Azura sostenía la mano del Rey Eros mientras sentía miedo por su hija que ya había señalizado a todos que no interrumpieran la pelea que era entre su tía y ella misma.
—Estará bien —dijo el Rey Eros, y aunque dijo esas palabras, cualquiera podría ver que solo las decía para calmar a Azura cuando él mismo se sentía inquieto.
Elliana, por otro lado, atacó a la bruja con su espada que estaba entrelazada con la Magna Azul que era un símbolo de su pureza mientras Azrael desenvainaba su espada que estaba envuelta en Magia Negra.
Tan pronto como las dos espadas chocaron, un fuerte trueno resonó en el ambiente y ambas se elevaron en el aire mientras sus ejércitos luchaban entre sí.
—No entiendo qué te hace tan confiada, pero me aseguraré de que esa confianza se haga añicos terriblemente hoy y una vez que suceda, me aseguraré de matar a todas estas brujas de tu lado, succionando su magna para mi único objetivo final —Azrael sonrió con suficiencia.