Elliana olvidó que Sebastián la seguía o que sus padres estaban con ella mientras disfrutaba de la vista del hermoso lugar.
Le gustaba venir a este lugar por esta razón.
El castillo de hielo era hermoso. No estaba exactamente frío, y los candelabros brillantes y magníficos lo hacían digno de ver.
Aunque la estética de su palacio no era menos, aún estaba situado en una montaña y tenía un aire más oscuro.
—Elliana, viniste —Arizona avanzó con una gran sonrisa en su rostro.
Ella tomó la mano de Elliana para agradecerle por venir, pero sintiendo la mirada fría de alguien, miró a Azura y supo que a su hermana no le gustaba su cercanía con su hija.
—Azura —dijo Arizona, deteniéndose mientras su mirada se encontraba con el Rey Eros.