—¡Hey! —exclamó.
—¡Hey! —repitió.
—¿Puedes parar? —preguntó.
—¡Hola, te estoy hablando, Su Alteza! —elevó la voz.
—¡Oye, bastardo, deja de arrastrarme, al menos mira por dónde vas! —Mo Qiang chasqueó después de que otro adorno decorativo le golpeara la cara. Se cubrió la cara que se puso roja después de ser golpeada por otra maceta o estatua, Mo Qiang estaba con demasiado dolor para preocuparse por lo que la había golpeado.
Cuando Fu Qi Hong escuchó a Mo Qiang maldecir, se dio la vuelta para devolverle el insulto pero entonces la vio cubriéndose la cara que parecía estar levemente lesionada— no, bastante lesionada. Qué vergüenza para su cara por debajo del promedio hincharse de esa manera. Pero no importaba, mientras él la amara nadie diría nada sobre su cara por debajo del promedio.