limosna (2)

—Todavía te queda mucha arrogancia, Sun Yahui. Es bastante gracioso mirarte en este momento —comentó Wen Gui mientras se agachaba sobre sus talones y miraba al tritón que yacía en el suelo—. Estás de rodillas y eso frente al tritón que odias. Pero mira esos ojos tuyos, mirándome como si estuvieras esperando devorarme entero. Me dan ganas de arrancar esos ojos, quiero ver si seguirán mirándome una vez que los arranque.

Mientras hablaba, un brillo peligroso destellaba en los ojos de Wen Gui, lo que hacía que Sun Yahui se preguntara si Wen Gui estaba hablando en serio o no. Sin embargo, después de sufrir tanto, Sun Yahui sería un tonto si pensara que Wen Gui estaba jugando y bromeando con él.

Se estremeció y exclamó,