—Estaré bien —repetía Mo Xifeng mientras avanzaba. ¿Su hermana, cómo podía descansar mientras su hermana estaba en peligro? Mo Xifeng era como una mujer enloquecida. Lo único que le importaba era su hermana y nada más, todo lo demás le era simplemente inútil pues no se preocupaba por nadie más que por Mo Qiang.
¿Qué era descansar? ¿Qué era comer? Sin su hermana, ¿cuál era el sentido de vivir incluso?
Aunque nadie comprendía la obsesión de Mo Xifeng, Mo Xifeng, a quien Mo Qiang nunca había amado mientras quería ser aceptada y adorada por su hermana, era alguien que no necesitaba nada más que la aceptación de su hermana.
Ahora que había conseguido ese amor, era como si una bestia hubiera probado sangre. No podía darle la espalda a Mo Qiang y aceptar que su hermana se había ido y nunca volvería.
Mo Xifeng odiaba a su hermana, pero también la amaba. Era una relación complicada, donde un día querría matar a Mo Qiang pero al mismo tiempo, Mo Xifeng querría abrazarla.