Rodilla, gatea, suplica (2)

—Esperaba que ella retrocediera, porque, después de todo, a ninguna mujer le gustaría que un tritón la mandara, y mucho menos que le causara dolor —sin embargo, no se podía controlar—. Pues el veneno en su cuerpo necesitaba liberarse y él también, herir a alguien o terminaría haciéndose daño él mismo. Era una de las dos cosas antes de volverse lentamente loco, tal como le había pasado unos días atrás cuando se enteró de que Mo Qiang fue tragada por esa bestia.

—Sin embargo, así era él y no podía cambiarlo —ya que Mo Qiang lo deseaba, él se lo daría, pero si ella no podía ver lo que él necesitaba, entonces no había razón para continuar.

—¿Qué demonios...? —Su tren de pensamientos se interrumpió al ver a Mo Qiang quitándose la ropa que Mo Xifeng le había ayudado a poner. Xie Jie la observó quitándose la camisa seguida por los pantalones y luego el resto de las prendas que cubrían su cuerpo.