—Qi Qi… ¿entonces estás bien con que tenga este hijo? —preguntó Yin Fu con voz tentativa.
Mo Qiang se giró para mirarlo y preguntó:
—¿Renunciarías al niño si yo te lo pidiera?
—¡Por supuesto que no! —rechazó Yin Fu y enseguida negó con la cabeza—. No había manera de que dejara que le quitaran a su hijo.
—Entonces, ¿cuál es el punto de hacer tal pregunta? —preguntó Mo Qiang con un alzar de su ceja—. Ya que has decidido quedarte con el niño, simplemente quédatelo. No es como si no tuviéramos suficiente dinero para criar a un hijo.
Aunque costaba mucho dinero criar a un hijo, Mo Qiang estaba confiada de que podía hacerlo. Al menos en este mundo, si ella fuera la Mo Qiang que seguía trabajando como arquitecta en esa mierda de empresa con ese súper mísero sueldo—
habría elegido renunciar a sus órganos reproductivos antes que criar a un hijo.