—Jum, entonces vete. No espero mucho de gente como tú. Trajes descoloridos y naves meca viejas, deben ser de las estrellas desterradas, ¿verdad? Pretendiendo como si supieran más que el resto —dijo la mujer delgada.
No bien terminó de hablar, cuando la mujer fornida se acercó a donde estaba la mujer delgada, le gruñó —Yo que tú, tendría mucho cuidado con mis palabras, mocosa. Mira tu tamaño y luego mírame a mí, un solo puñetazo mío es suficiente para derribarte.
La mujer comenzó a decir algo pero fue interrumpida por la fornida —Y no soy una desterrada, aunque viva en una estrella lejana de la Estrella Imperial. Así que, aunque te dé una bofetada en la nuca, no podrás hacerme nada.
La mujer delgada cerró la boca casi al instante.
Al ver su reacción, todos entendieron que ella había actuado tan valentona hasta ahora porque pensaba que las dos mujeres eran desterradas y no podían levantarles la mano.