Oferta por tiempo limitado

—Ella quiere entregarlo ella misma —dijo Deborah después de un momento, sus ojos estudiando la espalda de Dragón, intentando discernir su reacción—. Puedo deshacerme de ellos si no te gusta la idea. Nunca lo sabrá.

Dragón, aún absorto en el mensaje, pasó sus dedos por los pétalos. —Son hermosos.

—¿Eh? —las cejas de Deborah se fruncieron confundidas ante su respuesta—. ¿Son qué?

Eligió no repetirse, permitiendo que su atención se demorara en las flores bellamente arregladas en el jarrón.

—No sabía que tenía tal talento —susurró—. A pesar de su gusto por dar rosas individuales a sus objetivos, este arreglo sugiere un mensaje diferente para mí.

—¿Qué estás diciendo ahora? —murmuró Deborah—. Hera no tiene ningún recuerdo. No hay un significado oculto; solo se supone que te brinde consuelo.

Dragón levantó una ceja, girando para enfrentarla. La miró con una expresión que en silencio la instaba a explicarse mejor.