Realidad

Teniendo padres irresponsables, Primo siempre se sintió responsable de sí mismo. A la tierna edad de cuatro años, tuvo que aprender a preparar su propia comida si había algo en el refrigerador. Si no había, aprendía cómo buscarse algo por sí mismo.

Su padre lo había abandonado a él y a su madre antes de que él naciera. Por lo que sabía, su madre había intentado abortarlo varias veces, pero había fracasado, y aquí estaba él. A pesar de todo eso, aprendió a aceptar que la vida era tal como era. Si había algo por lo que estaba agradecido, era porque a pesar de la vida promiscua y la adicción de su madre, ella no trajo otro hijo a este mundo.

Primo sonrió con satisfacción, apoyado en el marco de la puerta, viendo dormir plácidamente a Mara, Martín y Alexa juntos. Sus ojos se suavizaron al mirarlos, sintiendo un sentido de orgullo y emoción por su futuro.