Solo lo sabían.

Cada segundo que pasaba sin que llegara Hera, hacía que Dragón se pusiera un poco más ansioso. Considerando que las fuerzas de Carnero estaban presentes, las cosas podrían salir mal en un abrir y cerrar de ojos. No era como si Dragón no hubiera establecido precauciones de seguridad. Aun así, no verla cuando debería haber llegado al invernadero hizo sonar todas las alarmas en su mente retorcida. Por lo tanto, envió en secreto un equipo de búsqueda para encontrar a Hera.

—Hera —la voz de Dragón resonó a través del sendero que se alejaba del invernadero—. Hera.

Sin respuesta, apretó los dientes con irritación. Sin embargo, aún no sacaba conclusiones precipitadas. Aunque ya tenía escenarios en mente, no quería considerarlos sin confirmación.

—Hera —Dragón se detuvo al escuchar un débil llamado.

—¡Estoy aquí!

—Hera —sin perder un momento, Dragón corrió por el sendero, solo para encontrar a Hera sentada en el suelo—. ¿Qué...?