Hera gritaba de vez en cuando, especialmente cuando su vehículo chocaba contra algo o daba un giro brusco. Se sentía como si estuviera en una montaña rusa, o quizás peor. Cerró los ojos, aferrándose a cualquier cosa para reducir el impacto. Mientras tanto, Dragón gruñía y maldecía, incapaz de abrocharse el cinturón ya que el conductor de su automóvil no le daba suficiente pausa para hacerlo con su conducción loca.
Heaven, por otro lado, mantenía una expresión imperturbable mientras conducía lo más imprudentemente posible. Era como si no tuviera en cuenta ni siquiera su propia vida. A pesar de la modificación especial en el automóvil que protegía su carcasa, el vehículo lucía más destrozado tras cada choque.
—¡Loca de mierda! —un grito desde el asiento trasero resonaba en sus oídos, obligándola a hacer más—. ¡Jódete — ugh!