Mientras tanto…
—Estoy a punto de perder la cabeza —jadeó Primo horrorizado, sentado en el asiento trasero, camino a donde sea que iban. No preguntó cuál sería su próximo destino. No tenía la energía. Todo en lo que podía pensar era en que habían llegado al territorio de Interpol y salido ilesos.
¿Cómo había ocurrido eso?
Primo lentamente fijó sus ojos abiertos en la mujer a su lado.
—Soy increíble —bromeó Hera, lanzándole una rápida mirada—. ¿Eso es lo que vas a decir?
—Eh... —Primo asintió como si esa fuera la verdad—. Eres increíble.
—Lo sé, así que no babees.
—¿Cómo sabías que nos dejarían ir? —se acercó a ella como un niño emocionado—. ¿O fue simplemente una apuesta?