Sebastián detuvo sus pasos cuando sintió que su acompañante se detuvo. Mirando hacia atrás a Princesa, frunció el ceño ante la expresión de shock en su rostro. Curioso, siguió la dirección en la que Princesa miraba, solo para ver a una mujer a varios pasos de ellos.
—Tío Princesa, ¿por qué la miras? —preguntó, volviendo su vista hacia Princesa.
Princesa volvió al presente cuando la voz de Sebastián acarició sus oídos. Bajó la mirada hacia él, forzando una sonrisa en su rostro.
—¿Eh? —Princesa se aclaró la garganta—. No, nada. Solo pensé que vi a alguien conocido.
—¿Alguien que conoces?
Princesa asintió. —Sí, pero estaba equivocada. Vamos —vamos.
Cuando Princesa levantó la cabeza, Hera ya había corregido el shock en su rostro. Como si fuera una extraña, Hera retomó sus pasos en dirección hacia ellos. Pero esta vez, mantuvo sus ojos adelante, como si no conociera a Sebastián y a Princesa.