Invítame a un café

La expresión de Carnero se oscurecía por momentos, observando cómo hombres armados se acercaban al contenedor en el que estaba Elliot. Apresó sus binoculares con fuerza, bajándolos mientras lanzaba una mirada a uno de sus hombres.

—Cubre a Elliot —ordenó—. Asegúrate de que no muera.

—Sí.

El hombre, que no estaba lejos de Carnero, bajó la cabeza. No perdió aliento, se enfrentó a algunos de sus hombres y les hizo señales acerca de la orden. Como Carnero ya había colocado gente alrededor por medidas de seguridad, lo único que tenían que hacer era dar la orden.

Carnero, por otro lado, apretaba los dientes con fuerza.

«Solo unos pocos seleccionados sabían el paradero de Elliot», pensó. Incluso algunos de sus hombres en esta operación no sabían dónde estaría Elliot. Todo lo que sabían era que su jefe estaría con ellos, pero no su ubicación exacta.

Entonces, ¿cómo pudo la Organización Sol descubrir dónde estaba Elliot?

Alguien debió haberlo filtrado.