—¡Tía Ming Yue! —dijo Yu Qi.
—¡¿Qué?! —Ming Yue miró hacia atrás. Vio a Yu Qi, que le estaba dando un abrazo por la espalda—. ¡Tú, niña! ¿Has venido a casa?
—Mmm... he vuelto. —Yu Qi soltó a su tía.
Ming Yue se giró y se enfrentó a Yu Qi. La miró de arriba abajo. —Has perdido peso de nuevo. —Fue la primera evaluación que hizo cuando vio a Yu Qi.
—¿Qué? Estoy comiendo mucho, tía. ¿Cómo puedo perder peso? —Yu Qi miró su cuerpo.
—Necesitamos alimentarte bien. —Tía Ming Yue tomó la decisión—. Te cocinaré una comida deliciosa.
Yu Qi se rió. —Está bien. Estaré esperándolo. Iré a ver a Tía Su Xiao a continuación.
—¿Sabes dónde está? —preguntó Ming Yue.
—El abuelo Han ya me lo ha dicho. Está en el jardín cuidando sus flores. —Yu Qi hizo el signo de la paz—. Tía Ming Yue, nos vemos luego.
Yu Qi salió de la cocina y se dirigió al jardín donde estaba Su Xiao. Cuando llegó al jardín, pudo ver que su tía estaba regando las flores. Se acercó silenciosamente a Su Xiao.