—Chica, tu boca es muy sucia. Apuesto a que tu personalidad también es podrida —una mujer de mediana edad vino y dijo a la chica justo frente a su cara.
—¿Tú qué? No te metas. Lárgate —otra chica se enojó con la mujer de mediana edad.
—Esta chica... —la mujer de mediana edad señaló a Yu Qi—. Ella no ha hecho nada que te haya molestado. ¿Por qué te comportas groseramente con ella y has empezado a llamarla por su nombre?
—Ella ha insultado a mi diosa. ¿Cómo no voy a enfurecerme con ella? —la primera chica señaló a Yu Qi.
—¿La has escuchado insultar a tu diosa? —la mujer de mediana edad preguntó.
—No. Pero...
—Entonces ¿por qué te has enfadado con ella? —interrumpió la mujer de mediana edad.
Yu Qi se dio cuenta de que todavía estaba sujetando la mano de la chica, soltó la mano que tenía como si estuviera tirando algo sucio y sacó su toallita húmeda, comenzando a limpiar su propia mano.