Cuando regresaron al hotel, la recepcionista que los había recibido el día anterior, vino y los saludó. La recepcionista recordaba a estos huéspedes por su apariencia sobresaliente.
—Señorita Tang, Señor Long. Hay alguien del museo que ha venido y les ha enviado algo. La cosa está dentro de esa habitación. —La recepcionista señaló la habitación.
—Oh, debe ser esa cosa. Yo la recogeré. —dijo Yu Qi.
La recepcionista los llevó a la habitación donde se guardaba la lanza.
—Yo la tomaré. —dijo Yu Qi.
—Espere un minuto, Señorita Tang. Llamaré a algunos hombres para ayudarle a llevarla a su habitación. —La recepcionista ofreció ayuda.
—No es necesario. —dijo Yu Qi.
—Pero, la cosa es muy pesada... —La frase se detuvo justo cuando la recepcionista no podía creer lo que veía al ver a alguien como Yu Qi levantar la caja tan fácilmente.
—Qi Qi, déjame ayudarte. —Long Hui ofreció su ayuda.
—Pero no es tan pesada. —dijo Yu Qi.