Neveah cerró la puerta de un portazo, soltando un suspiro de alivio al librarse finalmente de Everon y sus ideas, así como de la compañía no deseada que traía consigo.
Al menos una docena de asistentes y Neveah estaba familiarizada con algunos de ellos. No había visto a nadie conocido desde su regreso y Neveah supuso que Everon los había convocado de regreso para este propósito exacto.
La mayoría de los asistentes habían sido enviados fuera de la Fortaleza desde que se despidieron los consejos nobles, dejando solo una cantidad mínima para mantener los asuntos domésticos de la Fortaleza funcionando sin interrupciones.
Pero Neveah no necesitaba todo ese alboroto en este momento, a pesar de las opiniones contrarias de Everon.
—¿Estás bien? —Neveah consultó con su lobo.
Finalmente dejada a solas, la preocupación por la ocurrencia habitual que había experimentado en el momento de su despertar regresó.
—Estoy bien, Veah —el lobo de Neveah la tranquilizó.