Jian negó con la cabeza ligeramente. Lo más probable era que solo estaba pensando demasiado. La añoraba tanto, que ahora podía sentir rastros de su aura en toda otra dimensión.
Pero una mirada a Kaideon le dijo a Jian que no era el único que lo había sentido, fuera lo que fuera.
No había tiempo para contemplarlo. El Mar Negro se estaba agitando y si no respondían a su llamada, Fuerte Blazed sería hundido.
En cualquier momento, su vacilación comenzaría a revelar consecuencias y los primeros en sufrirlas serían los ciudadanos de la ciudad.
El mundo volvió a estremecerse, esta vez más fuerte. Jian pudo escuchar el choque distante de las olas.
Las torres de piedra gemían. Las paredes de Fuerte Blazed se sacudían violentamente y el temblor sacudía la bodega. Kaideon siseó bajo su aliento.
—Nos estamos quedando sin tiempo. Alguien tiene que salir —dijo firmemente—. Casiano no está en condiciones, y no puede ser mi Señor.