Lodenworth no dijo nada, aunque estaba visiblemente sacudido por sus palabras y la verdad en ellas. Ella estaba sufriendo, él lo sabía.
Ella lo conocía tan bien, había visto su intención cuando lo dejó atravesar la barrera. Él no se había molestado en ocultarlo, no podía hacerlo aunque lo intentara. Ella podía soportar hacerle eso... pero él no podía hacerlo a ella.
No podía mentirle. Ni siquiera ahora.
¿Qué tan injusto era el amor exactamente?
Pero su dolor era más que eso. Más que la realidad de que ahora él sabía todo... su hijo estaba en camino.
Él le había jurado sus votos, para honrarla y protegerla por toda la eternidad.
La amaba con todo lo que era. Desinteresadamente, completamente... ¿dónde había fallado?
¿Cómo llegó a esto?
No lo entendía. No podía.
Su silencio claramente devastó a Keila y ella se volvió aún más inquieta.