El asistente hizo una declaración detallada y desgarradora, que pintaba el retrato de un hombre que usaba su posición de poder para explotar a otros.
A medida que su historia circulaba, otra ola de indignación se apoderaba de las redes sociales.
Los seguidores se unieron en torno al asistente, condenando el comportamiento de Shuchang y exigiendo justicia.
Lo que empeoró las cosas para Shuchang fue la publicación de pruebas que corroboraban su comportamiento.
Capturas de pantalla de mensajes de texto inapropiados que había enviado a su asistente se filtraron en línea, junto con grabaciones de audio de encuentros incómodos.
Las pruebas eran innegables y la furia del público alcanzó el punto de ebullición.
—¡Este bestia debería ser condenado a prisión! —gritó un usuario indignado.
—¡Sí! Se merece ir a la cárcel! —apoyó otro.
—¿Soy solo yo... o los mensajes y el video parecen falsos? —preguntó alguien más, escéptico.