El contrato era importante, quizás incluso cambiante de vida, pero esta no era la primera vez que firmaba uno con él.
Yu Shuchang le entregó el contrato con una sonrisa tranquila, sus dedos rozando los de ella por un instante.
—Tómate tu tiempo —dijo suavemente—. Asegúrate de que todo esté bien.
Sheng Yin asintió y comenzó a leer el documento cuidadosamente.
Era extenso, lleno de términos legales que le hacían dar vueltas la cabeza.
Al otro lado de la mesa, Yu Shuchang se quedó quieto, observándola mientras leía. Su rostro estaba inexpresivo, pero había un destello de algo en sus ojos.
Cuando Sheng Yin terminó de leer, sintió un alivio. Todo parecía estar bien.
No había cláusulas ocultas, no había trucos.
Elevó la mirada del papel y encontró sus ojos. —Me parece bien —dijo, con voz firme.
Yu Shuchang asintió y empujó el bolígrafo hacia ella. —Entonces adelante y firma.