Yu Shuchang soltó una carcajada nuevamente, pero esta vez, no dijo nada más.
Sheng Yin giró su rostro hacia la ventana, intentando calmar su acelerado corazón.
El viaje en auto fue silencioso por un rato. Las luces de la ciudad pasaban a su lado, haciéndola sentir un poco somnolienta. Se recostó contra la ventana, pesándole los ojos.
Justo cuando estaba a punto de quedarse dormida, sintió algo cálido en su cabeza.
Parpadeó y se giró ligeramente.
Yu Shuchang había puesto su mano en su cabeza, revolviendo suavemente su cabello.
—Duerme si estás cansada —dijo él con voz suave.
Sheng Yin se quedó inmóvil.
¿Qué... qué era esto?!
Esto no era burlarse. Tampoco estaba intentando molestarla. Esto se sentía... bien.
Demasiado bien.
Su corazón latió fuerte en su pecho. Quería sacudir su mano, pero al mismo tiempo, no quería.
¡No! ¡De ninguna manera!
Sheng Yin se sentó derecha rápidamente y lo miró fijamente. —¿Quién te dijo que puedes tocar mi cabeza?