El Sr. Ou se encogió de hombros. —Teníamos algunas pistas. Unos mapas antiguos. Un poco de historia. Nada confirmado... hasta ahora.
Meng Nanhao apretó los puños. Su rostro se puso rojo de ira.
—¡Nos engañaste! ¡Nos tendiste una trampa!
Ou Lin se rió. —¿Lo hicimos? ¿O simplemente apostaste sin revisar las cartas?
—¡Nos hiciste perseguir un premio falso! —gritó Meng Nanhao.
Pero no salieron más palabras. Su garganta se sentía apretada. Toda su confianza de antes se había desvanecido.
El Sr. Ou miró la multitud de reporteros, que ahora se acercaban con cámaras y micrófonos.
—Permítanme ser claro —dijo el Sr. Ou, ajustándose la corbata—, no obligamos a nadie a hacer nada. Simplemente... le dimos a la familia Meng un poco de espacio para respirar. Tomamos la tierra que ellos pensaban que era inútil. Ahora resulta que el 'premio' que ganaron no es más que un sitio histórico.