Nan Kelin entrecerró los ojos hacia Mo Jiang. Su expresión habitual de calma se torció en una de abierta irritación.
—Alguien se está volviendo un poco arrogante después de convertirse en una estrella de la lista A —dijo fríamente, metiendo las manos en los bolsillos—. Solo porque tu nombre está de moda no significa que puedas mandar a los demás.
Mo Jiang sonrió dulcemente, pero había una agudeza en su mirada.
—Y alguien se está acostumbrando demasiado a ser adorado. No todos quieren unirse a tu club de fans, Kelin.
Yu Holea parpadeó. ¿De verdad estaban a punto de discutir sobre quién la llevaría a casa?
Nan Kelin avanzó ligeramente, su voz aún baja pero tensa por la irritación.
—Solo estoy siendo cortés. No tienes que hacer un berrinche cada vez que no consigues lo que quieres.