Después de la comida, Ayira y Cian quedaron solos para que Ayira pudiera mostrarle a Cian el palacio principal, la parte central del palacio Othiniano situado en un vasto terreno. Las dos figuras paseaban por el hermoso jardín del palacio donde nadie los seguía. Según las órdenes de la reina, se les dejó solos.
—¿Así que tú eres el Príncipe de Abetha? —Ayira comenzó, sin encontrar necesario las formalidades de dirigirse a él como tal, ya que ya se habían conocido en situaciones informales.
—Y tú eres una Princesa de Othinia —respondió Cian, mientras continuaba caminando con ella por los senderos del jardín.
Ella asintió ligeramente y comentó:
—Ser Príncipe, invadir los secretos de otro reino y llevar a cabo misiones secretas, ¿debo decir que es digno de alabanza?
Cian sonrió ligeramente ante su observación y dijo:
—Ser Princesa, ir en contra de su propio padre e invadir sus secretos, tampoco es menos digno de alabanza.