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Drayce y Seren estaban listos para dejar el banquete real después de un rato, pues ella no se sentía cómoda permaneciendo con las miradas extrañas, especialmente aquella mirada que siempre la seguía.

—Dray, ¿sería descortés si nos vamos temprano? —preguntó Seren—. ¿Ofenderá a la familia real Othiniana?

Drayce negó con la cabeza. —Eres la reina de Megaris, y puedes ofender a quien quieras, incluso a todo el continente.

—Umm... No deseo aprovecharme de ser la esposa del rey más poderoso, pero realmente quiero irme de este lugar. No me siento bien aquí —respondió ella honestamente.

—Entonces vámonos —él estuvo de acuerdo mientras le ofrecía su mano.

Seren aceptó su mano pero luego miró alrededor buscando a alguien.

—Está con Arlan —Drayce respondió a su pregunta no formulada.

Seren lo miró de nuevo. —¿Estás seguro de eso? Traje a Oriana aquí bajo mi responsabilidad, así que no puedo evitar estar preocupada.