En respuesta, las yemas de sus dedos se movieron hacia sus suaves labios, su pulgar los acariciaba con intensión. Sus ojos mostraban el hambre que sentía por ella, pero no intentaba hacer nada más que acostarse a su lado en silencio.
Seren entendió que era porque ella le había advertido que no hiciera nada sin su consentimiento. ¿Era él realmente tan obediente con ella? Era imposible entender lo que pasaba por su mente, ya que nunca hablaba ni se expresaba de ninguna otra manera.
—¿Cómo estás? —preguntó ella, sin esperar una respuesta, pero necesitaba expresar su preocupación hacia él, mostrar su sinceridad. —No apareciste después de ese día, así que no pude evitar preocuparme por ti. Es tu cuerpo también; debe haber dolido, ¿verdad?
Sin responder, él continuó explorando su rostro, un hermoso rostro que él veía por primera vez sin velo. En la luz de las lámparas, ella le parecía aún más encantadora.