Drayce y Seren pasaron la noche en la residencia del Príncipe Keiren, ya que Seren estaba demasiado preocupada por Edith, que seguía inconsciente, para dejarla sola.
Keiren dio la bienvenida a su estancia e instruyó a los sirvientes para que prepararan una habitación de invitados para ellos.
El mismo Keiren no se apartó del lado de Edith, su preocupación palpable. Se sentó en la silla junto a su cama, sosteniendo su delicada mano. Ella se veía tan frágil, y él temía que el parto le hubiera pasado una severa factura. Quería ser la primera persona que ella viera al despertar.
En la habitación de invitados, Seren yacía en el reconfortante abrazo de los brazos de Drayce. —Nunca pensé que vería al Príncipe Keiren así —murmuró.
—¿Así cómo? —preguntó Drayce suavemente.