Erebus capturó sus labios en un beso necesitado, la atracción de su vínculo hacía imposible que él se contuviera más tiempo. Seren sentía lo mismo. Ella le correspondió el beso con una pasión intoxicante, su intenso deseo de ser su compañera ardía con intensidad.
Su beso era brusco, a diferencia de los de Drayce. Era crudo e intenso mientras succionaba y mordisqueaba sus labios, sus dientes rozaban la delicada piel de ella. Su mano sujetaba firmemente la parte trasera de su cabeza, pero no para lastimarla, solo lo suficiente para mantenerla en su lugar para su necesidad ferviente.
Seren acogió la aspereza de su beso, deleitándose en cómo reflejaba sus más profundos deseos. Ella se conocía lo suficiente para admitir que anhelaba la forma en que Erebus la besaba: hambriento, desesperado y totalmente consumido por el deseo infernal que sentía por ella.