Mira y sus compañeras eran plenamente conscientes de la presencia de enemigos del Reino de Transformación del Alma al acecho, pero no mostraron señales de pánico o vacilación. Continuaron luchando sin tregua, confiando en su habilidad y en el hecho de que no serían asesinadas por un montón de débiles.
Los movimientos de Mira con su guadaña eran como una danza de la muerte, cada gesto elegante y fluido dejando un rastro de devastación a su paso. El filo de su guadaña parecía ser una extensión de su cuerpo, una herramienta letal guiada por su intuición y experiencia.
De vez en cuando, alguien se acercaba demasiado, y ella golpeaba con su pierna a través de su torso, haciendo que sus entrañas explotaran por el otro lado.
Sin embargo, eso no era lo que la hacía la más temida en el campo de batalla.