Victoria Agridulce

—Las formaciones han terminado —anunció Skye, levantándose y sacudiendo su túnica.

A su alrededor, las demás mujeres comenzaron a moverse, su meditación interrumpida. Confusión cruzó por sus rostros mientras se miraban unas a otras, resonando entre ellas un sentido compartido de decepción. La desaparición del Qi señalaba el fin de un período de inmenso crecimiento, una sensación que todas atesoraban.

Sin embargo, no era momento para desilusionarse.

Un repentino retumbar de explosiones distantes las sacó de su meditación. Sus ojos se abrieron ante la vista del cielo claro siendo perturbado por nubes de humo. Los sonidos de la batalla, resonando levemente sobre las colinas, llegaron a sus oídos.

—¿Qué demonios? ¡Parece que alguien está peleando allá! —exclamó una de ellas.

—¿Peleando? ¡No, suena más como una guerra! —respondió otra.

—¿Qué? ¿Por qué Maestra de Secta Aelina nos colocaría justo al lado de una zona de guerra? —preguntó una tercera, incrédula.