Tan pronto como Mira anunció su decisión, una emoción palpable hormigueó en el aire. La enorme bola de Qi se dejó zumbar por sí sola, resonando como un gong vibrante.
—¿Caza? —preguntó Asami, con los ojos bien abiertos y alerta. Su entrenamiento bajo la tutela de Mira había aumentado su fuerza, pero la perspectiva de cazar mientras todavía estaban bajo esa presión no era exactamente algo que quisiera hacer.
Celaine le lanzó una mirada rápida, reflejando su nerviosismo pero también una firme resolución. —Podemos hacerlo, Asami —dijo, su voz estable, proyectando un nivel de confianza que Asami no había visto en mucho tiempo.
Echó un vistazo a Mira, quien estaba allí con la misma expresión indiferente en su rostro como si el dolor y la muerte no significaran nada para ella.
«Ya veo. Celaine es tan segura porque ella está aquí», pensó Asami, pero lamentablemente, ella no podía sentir lo mismo.
—Solo cazaremos exclusivamente bestias de Rango 8.