El polvo del campo de batalla comenzó a asentarse, un silencio pesado envolviendo los alrededores. Donde una vez dominaba el colosal Colmillosombra, ahora yacía solo su cuerpo sin vida.
Mira, jadeante, cayó de rodillas, aflojando su agarre en la guadaña. El sudor y la sangre se mezclaban en su rostro, su cuerpo chillando de dolor por las heridas infligidas por la bestia. Pero en medio de la agonía, se formó una sonrisa en sus labios.
Lo habían logrado.
No solo lo habían logrado, sino que también había logrado mantener bajo control la masa de energía. Sin embargo, signos de inestabilidad comenzaban a surgir, y a medida que su fuerza disminuía, la situación empeoraba aún más.
Esta había sido, por mucho, la batalla más difícil que había enfrentado hasta la fecha. Había tenido algunos encuentros cercanos antes, pero nada como esto. Realmente pensó que podría morir hoy.