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La sonrisa burlona de Mira era tan gélida como su poder, sin mostrar ni un atisbo de arrepentimiento por sus acciones. Su mirada se fijó en el hombre ante ella, analizándolo. Era alto y robusto, con músculos ondulando bajo sus ropajes. La insignia en su pecho lo identificaba como miembro de la famosa Secta Espada Inmortal.
La Secta Espada Inmortal no era para tomarse a la ligera. Conocidos en todo el Continente por su esgrima sin par, habían producido algunos de los guerreros más formidables de la historia. Este hombre, aunque joven, radiaba un aura de peligro. Su espada, incluso enfundada, parecía zumbar con energía.
Por supuesto, él no era una amenaza para Mira, apenas en la 7ª Etapa del Reino de Alma Nascente, pero era lo suficientemente fuerte como para hacer que ella arqueara una ceja.
Miembros de varias sectas que estaban presentes susurraban entre ellos. Para ellos, era evidente que un gran enfrentamiento era inminente.