En las escaleras de luz, el Alma Nascente de Mira parecía abatida, su forma etérea resplandecía tenuemente.
Las propias escaleras parecían esculpidas de rayos de luna, cada peldaño desprendiendo un suave brillo que reflejaba la turbulencia interna de Mira. Ascendían aparentemente hacia el infinito, encontrándose en un horizonte oscuro donde la luz encontraba la oscuridad.
Solo estaba subiendo las escaleras como Mira le había ordenado, pero en el camino, una luz dorada y brillante en forma de cristal apareció ante ella. Parecía un fragmento de algo mucho más grande, evocando la codicia en los ojos del Alma Nascente.
Sin pensar mucho, agarró el cristal, solo para que se absorbiera a través de su cuerpo semi-transparente, casi físico, directamente hacia el alma de Mira.
Aparte de encontrarlo un poco extraño, el Alma Nascente simplemente pensó que era un tesoro único y no lo pensó más.