La tierra quemada crujía bajo sus pies mientras Mira y Nova continuaban su viaje hacia el corazón de la zona nutritiva. Los restos quemados de árboles proyectaban largas sombras esqueléticas mientras el sol comenzaba su descenso. El que una vez fue un refugio exuberante, era ahora un campo de batalla desolado, un testimonio del poder crudo que ambos combatientes poseían.
Nova miró de reojo a Mira, su curiosidad evidente. —Tu poder ha crecido exponencialmente desde nuestro último encuentro. Incluso en esa forma de zorro, parecías... diferente.
Mira no miró a Nova y continuó caminando. —Tú también te has hecho más fuerte. No pensé que tus ataques pudieran lastimarme.
Nova dio una sonrisa sutil y rió entre dientes. —¿Qué puedo decir? Esa línea de sangre que me diste es demasiado poderosa.
Sin embargo, Mira negó con la cabeza. —Eso no vino de tu línea de sangre. Ni siquiera la usaste allí.