Si gente como Wen Tao y Yun Shen cambiaron de bando, entonces esta joven definitivamente debe haberles hecho algo terrible que hasta firmaron el papel para transferir la autoridad, pensó Fu Jing.
Fu Jing recordaba las palabras de Xi Cheng cuando dijo que ella no parecía ser una mujer ingenua y que había probado su fuerte liderazgo. La forma en que Jiang Yuyan se atrevió a advertirle abiertamente, nadie lo había hecho antes excepto Lu Qiang que le asustaba.
—Señor Fu Jing, por favor no asuma las cosas como desee. Solo acepte la decisión y será mejor para todos —Wen Tao lo sugirió al ver que el ambiente se tensaba. Sus palabras parecían genuinas. Él había visto de lo que esta joven era capaz y no quería que Fu Jing lo experimentara, ya que aún consideraba a Fu Jing como su amigo.
Justo entonces, San Zemin, que estaba parado fuera de la sala de reuniones, entró adentro —Escuché algunos ruidos. ¿Alguien está molestando al jefe?