—¿Quieres ser libre? —preguntó San Zemin.
El hombre asintió mientras el sonido de un murmullo salía de su garganta ya que su boca aún estaba tapada.
—Solo te daremos una oportunidad. Como sabemos que te gusta hacer acrobacias en la moto, también queremos verlo en vivo —explicó San Zemin y el hombre asintió.
San Zemin ordenó a su hombre que lo liberara. La cinta de la boca del hombre fue retirada y sus manos quedaron libres.
—Tenemos tu moto aquí. Queremos que la conduzcas lo más rápido posible en esa dirección —señaló San Zemin la dirección con sus dedos mientras añadía—, pero tienes que detenerte exactamente a unos pies de distancia del valle enfrente para que no caigas en él.
Era fácil para el hombre hacerlo ya que era bueno conduciendo motos, pero le asustaba pensar qué es lo que estas personas estaban tratando de hacer. Estaba seguro de que lo habían llevado allí para matarlo pero esa pequeña esperanza de sobrevivir le hizo aceptar hacer lo que le habían pedido.