—Tome asiento, presidenta Lu —instruyó el hombre en traje negro que los había guiado escaleras arriba.
Jiang Yuyan se sentó mientras Xiao Min y San Zemin se quedaban de pie detrás de ella. Justo entonces, otra puerta se abrió dentro de la sala de estudio, que parecía conducir a otra habitación en la suite, y un hombre alto y apuesto, vestido con camisa blanca y pantalones negros, entró en la sala de estudio.
Jiang Yuyan se levantó para saludarlo mientras el hombre decía al extender su mano para estrechar la de ella:
—Es un placer verla, presidenta Lu.
—El placer es mío, señor Tang —dijo Jiang Yuyan.
—Tome asiento —instruyó el hombre al sentarse frente a Jiang Yuyan.
Hubo un silencio por un momento que el hombre rompió:
—Deseaba haber visitado antes, pero no fue posible.
—No se preocupe. Aunque hubiera estado aquí, no habría sido un buen momento para la reunión —respondió Jiang Yuyan.
El hombre asintió.