Mansión Ming, habitación del anciano Ming...
—Padre, las medicinas —indicó Zhang Jei mientras estaba de pie junto a la silla en la que el anciano Ming estaba sentado.
El anciano Ming las aceptó, y Zhang Jei se sentó en la otra silla. —Padre, ¿en qué has estado pensando estos días?
—No mucho —respondió el anciano Ming.
—Puedo ver que hay algo, y desearía que padre me lo dijera para poder compartir la preocupación —dijo Zhang Jei.
—Siempre has sido una buena hija para mí, lo sabes bien qué es lo que pasa conmigo —comentó el anciano Ming mientras sonreía.
—Siempre trato de serlo —dijo Zhang Jei mientras esperaba que su suegro le dijera.
—Mi amigo, Lu Huan, me dijo algo hace unos días que no sé qué pensar al respecto y qué puedo hacer por mi nieta —respondió el anciano Ming.
—He notado que el tío Lu tampoco está bien —comentó Zhang Jei.